Como prometí hace mucho tiempo y lo comenté en un artículo mío llamado “Divorcio en la adolescencia”, voy a hablar sobre la diferencia entre psiquiatra y psicólogo además de dar ciertos consejos sobre el dilema de ir o no ir.

Es típico encontrarse la reacción de una persona cuando le dices “necesitas ir a un psicólogo” y ésta contesta: “¿Al psicólogo?….¿Yooo?… ¡¡¡Si no estoy loco!!!”.

Aunque ya haya por todo Internet notas y artículos diciendo por activa y pasiva que ir al psicólogo no es sinónimo de que debe ir porque esa persona esté loca, aún hay muchísima gente que así lo piensa y no dan su brazo a torcer, teniendo una mala visión de ambas profesiones.

¿Por qué hay esta mala visión o prejuicio de que ir al psicólogo es sinónimo de estar loco y necesita ayuda? Seguramente el origen viene del mito social que «si vas al psicólogo es porque algo en tu mente no funciona» y al no saber la realidad ni los detalles del asunto pues hacen pensar de esta forma y la persona afectada se ve como «obligada» a mantenerlo en secreto porque sufre más; por lo que esta idea errónea aumenta y la situación y los pensamientos erróneos ajenos aún más.

Y bien, ¿cuál es la diferencia entre un psiquiatra y un psicólogo?

Aparte de las diferencias del tipo de carrera universitaria para acceder a ambas profesiones, la principal diferencia es el campo de trabajo. Una psiquiatra se encarga de diagnosticar trastornos mentales y trastornos de personalidad, dar sus respectivos tratamientos si precisa de ellos, preinscribir medicación y de vez en cuando hablar con el paciente para ver cómo cree que va su evolución y el tratamiento que le están proporcionando; así el profesional sabrá si debe seguir por esa línea o cambiar algo en concreto. Un psicólogo se encarga de la terapia mental y de informar al psiquiatra de todo el proceso y el avance que va haciendo con el paciente. El psiquiatra guía al psicólogo por dónde profundizar más en la terapia para poder saber la evolución o para actuar más en los aspectos que más cuesta al paciente de hablar o de «curar» por así decirlo.

Primero te hacen un test de inteligencia y sacan tu perfil psicológico: qué personalidad tienes, qué visión tienes respecto a ciertas cosas, que es lo que deseas, odias o anhelas, etc. Dependiendo del resultado de todas las pruebas planifican la terapia psicológica. Una terapia psicológica pueden ser de dos tipos, en grupo o individual. Yo tuve la gran suerte que pude hacerlo individual porque les avisé que yo no explicaría a otras personas en mi misma situación qué me pasaba y, además, era algo tan íntimo que no quería compartirlo con nadie más y que almenos me garantirían que fuera escuchada. Y así fue.

Normalmente cuando te hacen una terapia no te ponen en una camilla sino que te sientas en una silla con una mesa en medio y hablas con el psicólogo. Ahí tienes el derecho de mostrar tu rabia (sin chillar ni insultar, ¿eh?), miedos, preocupaciones y si tienes que llorar pues también puedes hacerlo. Recuerda que todo aquello que no comprendes de la situación él te lo explica o te aconseja cómo afrontarlo.

El psicólogo analiza el origen y todo lo relacionado con el problema principal, sea directa como indirectamente, y de esta forma enseña y educa al paciente en técnicas y habilidades para afrontar sus problema, disminuir su malestar progresivamente y de forma correcta para que su bienestar se mantenga en el tiempo. Además, ayuda a que la persona consiga sus objetivos propuestos en la consulta. Si algunos de estos objetivos no se han conseguido en el corto período de tiempo se evaluará el porqué y los temores o dudas que presente la persona para que se consiga en los próximos días o semanas.

Yo fui un psicólogo y no fue porque estaba loca sino porque estaba inmersa en una profunda depresión por el divorcio de mis padres en la que yo sola no podía salir hasta el punto que llegué a enfermarme. Ella fue la única que me escuchaba ya que nadie de mi familia lo hacía, ni se dignaban a hablar conmigo y que les contara cómo me sentía. Si no fuera por ella ahora no estaría aquí totalmente recuperada.

Te aconsejo que si tienes un problema que eres incapaz de resolver por ti mismo/a o -incluso siendo ayudado por la familia, amistades o pareja y no hay manera d conseguirlo- la mejor solución es que vayas al psicólogo. No tengas miedo porque te ayudarán en todos los aspectos y todo el tiempo que sea necesario.

Contra más antes vayas más pronto te curarás y encontrarás las soluciones. Vale mucho la pena. En serio.